El Valladolid de aquella campaña hizo historia en el aspecto negativo ya tiene el peor récord de victorias en la ACB: 3 victorias en una liga de 34 jornadas. Parecía difícil que alguien rebajara el listón de 4 victorias de Murcia y Fuenlabrada, pero lo consiguieron.
El club pasaba por unas penurias económicas bastante graves: el dueño del CB Valladolid era el ayuntamiento de la ciudad, y, tras la temporada anterior en la que bordearon el descenso (tercero por la cola, salvando así los dos puestos de descenso, aunque es cierto que en aquellos años el dichoso canon de ascenso a la ACB provocó que la liga estuviera irónicamente blindada contra los ascensos y en esa temporada no descendieron los equipos que debieron haber ido a LEB Oro), esperaban que apareciese algún patrocinador que se hiciera cargo económicamente hablando del club (en la mencionada campaña anterior tuvieron el patrocinio de Blancos de Rueda). El verano fue pasando y la falta de acción en la economía y otros aspectos, provocó que el presidente Mike Hansen dimitiera tras solamente dos meses en el cargo.
La situación se alargó demasiado y finalmente se decidió salir a competir en la liga cuando apenas les quedaban 10 días de un plazo dado por la ACB para armar una plantilla que no tenían. A dicho contratiempo se le añadía que tenían que fichar jugadores teniendo en cuenta que tenían unas deudas enormes y que salían a jugar sin patrocinador alguno. Vamos, la situación se presentaba como salir de viaje a Chipiona desde Sevilla con el coche en reserva.
Contrataron a Ricard Casas como entrenador (en contra de lo que pensaba el entorno ya que Hansen había contratado a Gustavo Aranzana), y la plantilla fue confeccionada con tres jugadores de la temporada anterior (Antonio Porta, Antonio Izquierdo, Sinanovic), un jugador que volvía al equipo como Iván Martínez y otros jugadores que resultaban desconocidos. Los únicos que resultaban llamativos eran Luther Head y Vasilopoulos.
Las cosas no tardaron en torcerse: Luther Head no llegó a debutar y se marchó antes del primer partido liguero, que se saldó con paliza recibida a domicilio en Madrid (87-53 ganó el Madrid). Porta no tardó mucho más en imitarle, ya que apenas jugó dos partidos antes de pegar también la "espantá".
La primera victoria vino en la tercera jornada, cuando se ganó 81-68 a un Cajasol que aquella temporada pisó los playoffs (7º al final de liga regular, y fue el último año que Sevilla presenció los playoffs de ACB) con el debut de Danilo Andjusic como sustituto de Head.
Pero la alegría duró poco: en la jornada 4 el Valencia los aplastó por 108-57, y a la semana siguiente Baskonia también les ganó con una buena diferencia, 58-87.
Las jornadas se fueron sucediendo y fueron cayendo nuevos cambios en la plantilla: Vasilopoulos y Wright se marcharon, y vinieron Jason Rowe, Nikola Cvetinovic y Drew Viney. Sin embargo, Drew Viney duró apenas un mes, y pegó también la espantada tras la derrota contra el Barcelona en la jornada 10 por 109-50, en la que fue (hasta 4 años después cuando el propio Barcelona volvió a batir la marca ganando por 121-56 al Betis en la temporada 2017-18) la diferencia de puntos más abultada de la historia de la ACB.
Tras otra derrota clara (84-68) a manos del Iberostar, ganaron su segundo partido: un 77-73 que le endosaron al Obradoiro. Aún así, las derrotas siguieron llegando y de forma contundente: el CAI ganó 95-79, el GBC venció 64-83, el Unicaja endosó un 112-58... Y en casa perdieron por 24 puntos contra Fuenlabrada y en la visita a Gran Canaria perdieron por 29. Como ven, las palizas ya eran una constante, y aún hubo más baile en la plantilla ya que Melvin Sanders, que vino a sustituir a Viney, duró aún menos que este último ya que formó parte del equipo solo 3 semanas.
La tercera y última victoria se produjo en la jornada 25: 88-76 frente al Manresa en casa. A partir de ahí, todo fueron derrotas, la gran mayoría de forma escandalosa. En la segunda vuelta de la liga, el club era un polvorín, con Ricard Casas reconociendo que no podía hacer más con lo que había, y llegó a presentar su dimisión, la cual no le concedieron y acabó finalizando la campaña, y con los jugadores que siguieron entrando y saliendo de la plantilla. Además, los problemas económicos azotaron al club, habiendo impagos continuos (Ricard Casas no llegó a dar queja ninguna del asunto (y creo que hubiera tenido motivo suficiente para hacerlo) y estuvo dando el callo a pesar de ese contratiempo). Y para hurgar más en la herida, Jacob Pullen (conocido en Sevilla cuando estaba en el Baloncesto Sevilla por decirle por Twitter a un aficionado "Suck my dick"), cuando fueron a Valladolid, superó el record indiviual de triples de la historia de la ACB... que tenía Óscar Schmidt cuando fue jugador del Fórum.
El Valladolid acabó como colista destacado: el penúltimo fue Manresa (con el patrocinio de la administración de lotería "La bruixa d´or" aquel año) con 7 victorias. Valladolid descendió, ya que el primer clasificado de LEB Oro, Morabanc Andorra, pudo pagar los requisitos económicos para ascender y ocupó su plaza. Manresa se mantuvo en ACB ya que el Ford Burgos (2º clasificado en LEB) no pudo hacer lo mismo que el club andorrano.
El club apenas duró un año más, compitiendo en LEB Oro con el patrocinio de MyWiGo hasta que las deudas fueron insoportabes y provocaron la desaparición en 2015 (poco después de desaparecer, se creó el CB Ciudad de Valladolid, que en 2020 fue absorbido por el Real Valladolid).
Fuentes: bdbasket.com, vavel.com, linguasport.com, es.wikipedia.org
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