En noviembre de 1998, se celebraba el rally de Gran Bretaña, el último del campeonato del mundo de aquel año, entre el 22 y el 24 de ese mes. En la clasificación general de pilotos Tomi Makinen era el líder y le sacaba dos puntos de ventaja al segundo, que era Carlos Sáinz.
El último día del rally, Makinen había abandonado el rally, y a Carlos Sáinz le bastaba con finalizarar al menos en cuarta posición aquel rally para obtener los puntos suficientes para ganar el campeonato mundial (podía ser su tercero). Sin embargo, la mala suerte se cebó con él aquel día y no los consiguió.
A 500 metros para llegar a la meta, Carlos Sáinz marchaba en tercera posición, y por lo tanto, iba en camino de convertirse en campeón mundial. Pero el coche se detuvo: una de las bielas del Toyota Corolla que conducía Sáinz se rompió, y el aceite que se derramó se inflamó provocando un pequeño incendio. Tanto Sáinz como su copiloto, Luis Moya, bajaron del coche para intentar arreglar el coche, y Luis Moya, desesperado al ver que el mundial se les escapaba de las manos, gritó: "¡Trata de arrancarlo! ¡Trata de arrancarlo, Carlos!". Llegó a pegarle patadas al coche y Sáinz estampó su casco en la luna trasera.
Finalmente el campeón fue Tomi Makinen, que se enteró de su victoria en el hotel tiempo después. Dijo: "Estas cosas pasan en los rallies", pero como comentó Carlos Sáinz, no es normal que pasen a tan poca distancia de acabar. La mala pata se cebó con él.
Fuentes: cope.es, elperiodico.com, es.wikipedia.org
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