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martes, 14 de abril de 2020

Los crímenes de "El arropiero"


Uno de los asesinos más conocidos de la historia de España es Manuel Delgado Villegas, conocido como "El arropiero".

Este hombre, que creció sin madre porque murió en el parto, recibió su mote por herencia de su padre, que era conocido como "El arropiero", ya que trabajaba vendiendo unas golosinas conocidas que estaban hechas con líquido de sabor dulce extraído del higo llamado arrope. Su padre, tras la muerte de su esposa, decidió irse a El Puerto de Santa María a rehacer su vida, por lo que Manuel, junto a su hermana Joaquina acabó creciendo con su abuela y otros parientes.

En su infancia, a pesar de haber ido a la escuela, no fue capaz de aprender a leer y escribir, y sufrió continuas palizas. Cuando cumplió la mayoría de edad, se alistó en la Legión, donde al parecer aprendió uno de los golpes que acabó aplicando en sus crímenes: un golpe fuerte a mano abierta en el cuello de la víctima. Un golpe que fue nombrado por la policía como "el golpe del legionario".

Duró poco como legionario, se dice que por dos posibles motivos: bien por el consumo de droga de forma continuada que le provocó varios ataques epilépticos, lo que le supuso no ser apto para formar parte de la Legión, o bien por haber desertado.

Después de haber abandonado la Legión, estuvo deambulando por la costa este de España, dedicándose a actividades como mendigar, robar, vender su propia sangre y prostituirse. Eso le supuso problemas con las autoridades por la "Ley de vagos y maleantes", y cuando era detenido, fingía convulsiones que le suponían ir a psiquiátricos (de los que escapaba) en vez de ir a la cárcel.

A principios de los sesenta, tras haber pasado por Francia e Italia, comenzó sus crímenes. No consiguieron detenerlo por ellos hasta los años 70, a pesar de que su actividad criminal comenzó una década antes.

En 1971, se denunció la desaparición de una mujer de 38 años conocida como "Toñi" en El Puerto de Santa María. Al parecer padecía cierto retraso mental y llegó a salir con "El arropiero" unas noches antes. A las pocas horas, lo detuvieron y reconoció haber tenido sexo con ella en una arboleda, donde encontraron el cadáver de Toñi en estado de descomposición. Según contó él, cuando estaban en pleno coito, ella le pidió algo a lo que él se negó y recibió insultos por parte de Toñi. Para que se callara, le puso los leotardos en el cuello y apretó hasta que murió (el fallecimiento no le supuso problema para continuar con el coito). Llegó a admitir que en los días siguientes a la muerte de Toñi practicó la necrofilia con su cadáver.

Tras esa declaración, "El arropiero" confesó haber matado a cuarenta y ocho personas. De ese total, se pudo confirmar que había matado a siete (incluyendo a Toñi), y se sospechó que había acabado con la vida de otras 22 personas más (como mínimo).

Las otras personas que se pudieron confirmar como víctimas mortales de "El arropiero" son estas:

-El primero fue Adolfo Folch, un hombre que estaba casado y tenía una hija. Estaba durmiendo la siesta apoyado en un muro, cerca de Tarragona, cuando el criminal le pegó una pedrada en la cabeza, que le causó la muerte de forma instantánea.

-La segunda fue una estudiante francesa llamada Margaret Boudrie, que estaba en Ibiza. "El arropiero" entró a robar en su casa, y la encontró dormida. Al ir a tener sexo con ella, la chica le pidió cosas que no le gustaron y la asesinó. La encontraron muerta, sin ropa con un ojo amoratado.

-Un vecino de Chinchón (Madrid), llamado Venancio Hernández, estaba paseando cuando se encontró con "El arropiero", que le pidió comida. Al negarse a darle comida, el asesino se enfadó (era un hombre con muy mal genio) y lo mató desnucándolo de un solo golpe.

-Un empresario llamado Manuel Ramón Estrada fue a pedirle servicios sexuales a "El arropiero", que le pidió 100 pesetas más de lo habitual. Le dio una negativa por respuesta, y recibió una paliza con la pata de una silla. "El arropiero" le introdujo dicha pata en el ano posteriormente, y quedó muy malherido, muriendo posteriormente en el hospital. Su asesinato causó conmoción por su relevancia pública.

-Una mujer llamada Anastasia Borrella que fue asesinada en Mataró. Volvía a su casa de trabajar, y "El arropiero" la mató de un ladrillazo. Luegó se ensañó con su cadáver: la fue arrastrando para, finalmente, tirarla desde una altura de doce metros. Tras quedar el cadáver desfigurado por la caída, practicó la necrofilia con la fenecida, cosa que hizo en los días siguientes hasta que unos niños encontraron a Anastasia en plena descomposición.

-Un hombre que tenía por nombre Francisco Marín, en El Puerto de Santa María. Al parecer era amigo de "El Arropiero" y una tarde Francisco le pidió una felación. El criminal le pegó (la petición no le gustó) de tal manera que lo dejó sin respiración. Al insistir Francisco tras recuperarse, "El arropiero" acabó matándolo al tirarlo por un puente.

"El arropiero" no fue juzgado por sus crímenes, porque diversos estudios lo catalogaban de desequilibrado mental, así que no pisó la cárcel. Pasó por diferentes centros psiquiátricos hasta que murió en 1998 a la edad de 55 años por una enfermedad pulmonar causada por el consumo de tabaco.

Fuente: revista "Muy interesante Extra Crimen" número 6

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