En el año 1989 el fútbol colombiano protagonizó una de las páginas más negras de la historia del fútbol mundial, al haberse cometido el asesinato del árbitro Álvaro Ortega.
Originario de la localidad de Robles y nacido el 12 de septiembre de 1952, su carrera como árbitro profesional en Colombia comenzó en 1988. En 1989, el campeonato de liga llegó en octubre a las fases finales cuadrangulares, que servían para dirimir qué equipos llegarían al cuadrangular final que coronaría al equipo campeón.
Ortega fue designado por Dimayor (organismo encargado de la organización del torneo) para ser el árbitro del partido entre el América de Cali y el Independiente de Medellín, perteneciente al cuadrangular A, a disputarse el 26 de octubre de 1989 con el América de Cali como equipo local. En ese partido, cuando faltaban apenas dos minutos para el final, anuló por juego peligroso el gol de chilena de Carlos Castro, jugador de Independiente. Hubiera supuesto el empate a 3 en ese encuentro y el tanteo terminó siendo un 3-2 favorable al América de Cali.
19 días después (el 15 de noviembre), debía jugarse el partido de vuelta del cuadrangular entre los dos equipos con Independiente como local, y Álvaro Ortega fue designado como uno de los linieres del partido. Horas antes del encuentro, recibió una llamada que le dejó inquieto (como comenta su hermano
en este texto). Podría pensarse, con cierto tino, que esa llamada lo hicieron unos sicarios: el conocido Pablo Escobar, que tenía intereses en el Independiente, había ordenado su muerte, según Popeye, uno de los lugartenientes del narco, porque la decisión de anular el gol de Castro "fue un robo".
El partido entre Independiente y América terminó con un empate a cero, y tras su finalización y pasar por el hotel, Ortega, junto a Jesús Díaz, que fue el otro linier del encuentro, salió a cenar. En el camino, un coche se acercó a gran velocidad hacia ellos, con Ortega como objetivo claro. Tras un primer disparo que le alcanzó en la pierna, Ortega recibió nueve disparos más. A Díaz, que le habían dicho previamente que se apartara, le comentaron: "Chucho, tranquilízate. No nos metas en problemas con el patrón. No te queremos hacer daño".
Díaz corrió a ayudar a Ortega tras el tiroteo, y no lo tuvo fácil: los coches no paraban para llevar a su compañero, un taxi no lo quiso llevar por la cantidad de sangre, y en el colmo del patetismo, un peatón que le ayudó le robó la cartera a Ortega. Cuando llegó al hospital Soma, Ortega recibió los primeros auxilios, pero no fueron suficientes: le dijeron a Díaz que su compañero llegó muerto. Tenía 37 años en el momento de su fallecimiento.
El 22 de noviembre, a pesar de que los equipos querían continuar, la Dimayor decidió no seguir con el torneo, y los partidos restantes no se disputaron, quedando por tanto desierto el torneo (es la única ocasión en toda la historia de la liga colombiana en que ha sucedido).
Álvaro está enterrado en el cementerio Jardines del Recuerdo, ubicado en Barranquilla. Su sobrino Carlos, nacido en 1990 (que por lo tanto no pudo conocerlo en vida, desgraciadamente) siguió sus pasos y es árbitro de fútbol de categoría FIFA.
Fuente: es.wikipedia.org, elcolombiano.com, noticiascaracol.com, as.com