Este estadio fue construido en la década de los 50 del pasado siglo para que albergara los partidos como local del extinto CP Mérida, y se inauguró el 24 de mayo de 1953. Contaba en aquel entonces con una pista de atletismo y una capacidad de 8000 espectadores.
Con las características antes mencionadas, el estadio vio cómo el equipo llegó a Segunda, categoría a la que ascendió en 1991. Cuando el Mérida ascendió a Primera en la temporada 1994-95, se vio necesario hacerle reformas al estadio para mejorarlo y adecuarlo a la categoría de oro: de hecho, cuando en la última jornada liguera de esa campaña se enfrentaron al Lleida como locales, ya habían conseguido el ascenso matemático (obtenido en la jornada 35 (de 38) en Ipurúa con un 0-1, gol de Cuéllar) como campeones además (Villar dio el trofeo allí) y las obras ya habían comenzado por uno de los fondos.
Lo curioso vino cuando se retiró el césped: aparecieron bajo tierra toda una serie de restos arqueológicos. Consistían en una canalización del embalse de Cornalvo (que se encontraba en la zona cercana a fondo norte), una piscina (que estaba destinada para la suciedad del acueducto) y un pozo que se encontraban por la zona de banquillos, un horno para cocer ladrillos y tejas que se ubicaba por la zona central del campo, y, lo más llamativo, toda una serie de enterramientos y tumbas, con ajuar incluido (vidrios, cerámicas y metales varios) que ascendían a un total de 30.
Según el director de las excavaciones, los restos databan del siglo I antes de Cristo, pero debido a que urgía tener el estadio preparado para principios de septiembre, se ordenó tapar aquello: la piscina y pozo se taparon con el drenaje del campo con más de un metro de profundidad, mientras que las tumbas fueron trasladadas para su conservación. Y el estadio no estaba totalmente reformado para el primer partido casero de liga en Primera contra el Betis (empate a 1), ya que en los fondos aún no estaban instalados los asientos. La asistencia a los partidos contra el Barcelona y el Real Madrid se disparó, se dice que contra el Barça, había gente sentada incluso en las escaleras, y contra el Madrid se registró una venta de 18000 entradas: en aquel entonces aún no estaba todo el graderío ocupado con asientos, y en las zonas en las que no habían dichas butacas podía ocurrir el exceso de venta de entradas, y cuando se instauró la obligación de ocupar todo el graderío con asientos, la capacidad total era de 14170 asientos.
En 2009 se produjo el único partido que jugó la selección absoluta en el estadio Romano José Fouto: un encuentro valedero para clasificar al mundial de 2010 (ese que tan buenos recuerdos nos trae a los españoles) contra Estonia en el que España ganó claramente por 3-0. Antes de las reformas ya mencionadas, se jugó en 1989 un España - Chipre de categoría sub-21 y un España - Checoslovaquia sub-21 en 1991, ambos partidos para clasificar al europeo sub 21 (el de 1990 en el primer caso y el de 1992 en el segundo caso). Y ha servido para la final de la copa de la Reina en 2018 entre Barcelona y Atlético de Madrid, y más recientemente, la Supercopa femenina española de fútbol de 2023.
Por cierto, respecto al nombre del estadio: en 1997 se le añadió el nombre de José Fouto, quien era el presidente del club en ese momento, aunque con la desaparición del club en 2000 por motivos económicos, se redujo a su nombre original de estadio Romano. Sin embargo, se recuperó el nombre del otrora presidente en 2020 debido a una iniciativa del ayuntamiento por los 25 años del debut del CP Mérida en Primera.
Fuente: es.wikipedia.org, bdfutbol.com, eibarsestaox.com, colonia-augusta-emerita.blogspot.com, europapress.es, cuenta de Twitter "Datos del Mérida"
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