Elena Mukhina, tras una infancia dura (fue criada por su abuela tras el abandono de familia por parte de su padre (cuando tenía sólo 2 años), que era alcohólico, y la muerte de su madre en un incendio (cuando tenía 5 años)), pronto empezó a interesarse por el deporte, ya que le llamaba la atención tanto el patinaje artístico como la gimnasia, y se unió con 12 años a la sección del CSKA de Moscú para hacer gimnasia tras haber visitado un ojeador su colegio.
Elena empezó a destacar rápidamente un par de años después, a las órdenes del entrenador Mikail Klimenko, que la sometía a extensos y exigentes entrenamientos. Y el inicio de su incursión hacia el estrellato del deporte fue 1976.
En aquel año, se celebraron los Juegos Olímpicos con sede en Montreal, en los cuales Nadia Comaneci obtuvo la primera puntuación de 10 en la historia de los JJOO y 5 medallas (3 oros, 1 plata y 1 bronce). La descollante actuación de la gimnasta rumana supuso una crisis en la gimnasia soviética, llegando a decir Larisa Latynina (la directora de la gimnasia femenina en la Unión Soviética) aquello de "No es mi culpa que Nadia Comaneci naciera en Rumanía".
Ante la pérdida del dominio en la gimnasia femenina, decidieron que Elena Mukhina fuera el máximo exponente del país en la disciplina, y comenzaron a entrenarla hasta la extenuación (y progresivamente con rutinas y ejercicios cada vez más difíciles).
Los entrenamientos fueron dando sus frutos, ya que en el europeo de 1977 (celebrado en Praga) se llevó el oro en viga, piso y barras asimétricas, la plata en "all around" y el bronce en salto. Y en el mundial que tuvo lugar al año siguiente, dio el golpe de efecto en la competición por equipos, ya que consiguió el oro dejando a Rumanía en el segundo puesto. Ojo, no quedó ahí la cosa, ya que además sumó otros dos oros (en all around y en suelo) y dos platas (en viga y en barras).
Tras ese mundial, los JJOO se vislumbraban en el horizonte, con el añadido de que se disputaban en tierras soviéticas: en Moscú, la ciudad de Elena. Ante tal situación, no querían ser derrotados por Rumanía y Nadia Comaneci, con lo que los entrenamientos de Elena se endurecieron mucho más, hasta el punto de que sus rutinas eran más difíciles y comenzaban a introducir elementos que sólo se practicaban en la gimnasia masculina, como el salto Thomas (un salto que hacía el gimnasta Kurt Thomas, que consistía en: realizar un salto y medio mortal hacia atrás en una posición agrupada, o con forma de carpa con giro y medio, o un mortal y medio hacia atrás en posición estirada con giro y medio).
El antes mencionado salto Thomas es verdaderamente complicado y requiere de una sincronización prácticamente perfecta para hacerla en condiciones y evitar posibles lesiones, especialmente al final, pues podría generar un gran daño en cabeza y/o cuello de salir mal. La propia Elena reconoció que no se encontraba a gusto al tener que hacer ese salto por el riesgo que entrañaba, pero lo tenía que acabar haciendo por la presión que le imponían.
A finales del año 1979, Elena sufrió una fractura en una de sus piernas mientras entrenaba de cara al mundial de aquel año. Tuvo la pierna enyesada durante un mes y medio, y la presión para que volviera a entrenar hizo que le quitaran el yeso cuando la fractura no se había curado totalmente (de hecho volvió a los entrenamientos con la pierna ciertamente torcida y la sentía débil). La sometieron (de forma obligada) a cirugía para que la curación fuera más rápida.
La obligaron a entrenar a pesar de que no estaba en condiciones por la debilidad que sentía en la pierna y que la sometían a hacer ejercicio físico para adelgazar (había ganado peso mientras se recuperaba de la fractura), y a hacer el salto Thomas a pesar de las advertencias de la propia Elena de la complejidad del mismo. Y la fatalidad acabó ocurriendo: a sólo dos semanas de la inauguración de los JJOO de Moscú, los problemas de su pierna provocaron que, al intentar el salto Thomas en un entrenamiento, no pudiera tomar suficiente altura ni hacer la rotación al completo necesaria, y cayó con la barbilla en el suelo.
El caer de esa forma le provocó la fractura completa de las vértebras cervicales, lo que le supuso quedar paralizada de cuello para abajo y a estar confinada a una silla de ruedas, con sólo 20 años de edad. Y para más inri a su situación, la federación soviética se encargó de ocultar lo sucedido, diciendo que Elena se estaba recuperando de una lesión y que volvería a competir. No se supo lo ocurrido hasta un año después, y la federación quiso eximirse de culpa acusándola de intentar un ejercicio "para el que no estaba preparada".
Elena se lamentó con el tiempo de no haberse negado en redondo a hacer el salto de Thomas, y de que tampoco nadie hiciera nada para no forzar la máquina. El ejercicio llegó a ser prohibido en la gimnasia femenina (y también en la masculina recientemente) por razones obvias.
La pobre Elena murió en 2006 por problemas cardíacos relacionados con su parálisis, a la edad de 46 años. Está enterrada en un cementerio de Moscú.
Fuente: es.wikipedia.org, clarin.com
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