Ocurrió en el año 1989. Brasil y Chile tenían que jugar en la fase de clasificación para el mundial de 1990 (que se iba a jugar en Italia) partidos de un grupo en el que habían quedado encuadrados junto a Venezuela. En el primer partido que habían jugado ambas selecciones (en Chile) habían saltado muchas chispas: los chilenos saltaron al campo antes que los brasileños contraviniendo lo acordado, antes de empezar (tras los himnos) el encuentro Romario ya se había encarado con un jugador rival y, una vez que empezó el encuentro, acabó siendo expulsado, Chile ya tenía dos expulsados en el minuto 10 de la primera parte, los dos seleccionadores también acabaron siendo mandados a vestuarios... Los chilenos tuvieron que cumplir una sanción: no pudieron jugar su partido como locales contra Venezuela en Chile, debiendo tener que disputarlo en la ciudad argentina de Mendoza.
El segundo partido que tenía que jugarse entre estas dos selecciones, en feudo brasileño, acabó siendo aún más infame debido a un incidente que protagonizó el portero chileno. Aquel partido tenía a los dos combinados empatados a tres puntos, pero a los cariocas les bastaba empatar para seguir adelante con el objetivo de llegar al mundial.
En el minuto 50 Careca consiguió adelantar a Brasil, tras una primera parte de asedio al arco chileno. Todo marchaba bien hasta que en el minuto 65, una bengala cayó al césped, y aparentemente dicha bengala había herido a Rojas, el portero de Chile, cuya cabeza estaba sangrando con abundancia. Poco después, los chilenos abandonaron el terreno de juego y el árbitro decidió suspender el encuentro.
El supuesto de una supuesta agresión de alguien del público con dicha bengala (dicha persona fue identificada como Rosenery Mello, una mujer de 24 que llegó se hizo tan famosa que llegó a salir desnuda en la revista Playboy) empezó a desmoronarse poco después, ya que se vio que Rojas no tenía en la herida de su frente ni quemaduras ni rastros de pólvora que indicasen que la bengala le alcanzó: de hecho, la herida parecía hecha por un objeto cortante. Al día siguiente, aparecieron vídeos de televisión y fotos que demostraban que la bengala pasó a un metro de distancia de Rojas y no llegó a darle. Lo peor de todo es que Rojas jugaba para el Sao Paulo, así que imaginen como estaba quedando su imagen para los brasileños, que estaban acusando a los chilenos de montar un paripé.
9 meses después de lo ocurrido, Rojas confesó que la herida se la había hecho él con una cuchilla que se había guardado en un guante para fingir un ataque si el resultado del partido no le favorecía a su selección.
Las consecuencias de lo investigado fueron las siguientes: Chile quedaba eliminada de las clasificaciones para el mundial de 1990 (por abandonar el partido contra Brasil) y de 1994 (como castigo por la farsa montada), y no jugaron un mundial hasta 1998. Se sancionó a Astengo (capitán de Chile) con 5 años sin jugar por instigar al abandono del partido, y recibieron castigos de la FIFA estos componentes del conjunto chileno: el seleccionador, el médico, el utillero y el presidente. Pero la sanción más contundente fue para Rojas: se le sancionó a perpetuidad, y en 1994 pasó a ser entrenador de porteros y posteriormente entrenador principal del Sao Paulo. Le acabaron levantando la sanción en el año 2000 cuando tenía 43 años (una edad a la que ya era bastante improbable que volviera a jugar al más alto nivel).
Fuentes: memoriasdelfutbol.com
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